Rescatemos nuestros valores

Están ocurriendo un montón de cosas que, aunque difíciles de solucionar, no es imposible. Pero para eso –y ojalá- todos tenemos que tomar consciencia de la realidad que nos rodea. Tenemos que conocer nuestro entorno.

Primero que nada, tenemos que dejar de quejarnos (como nos quejamos) y actuar. Por ejemplo, empecemos por ser responsables al momento de tomar cada decisión de la vida. Terminar con eso de “echar la carga en hombros ajenos”. Asumamos la responsabilidad que nos toca y seamos consecuentes.

Enfrentemos la vida como debe ser: con fuerza, compromiso, responsabilidad, lealtad y sinceridad. Enfrentemos la vida cumpliendo nuestras obligaciones y exigiendo nuestros derechos.

La sociedad está como está, por propia culpa. Hoy estamos “todos contra todos”. Ante cualquier hecho (u horror) se mira hacia un costado y se esquiva la realidad. Ahora bien, cuando “las papas queman”, queremos que todo funcione bien… y de un día para el otro.

Ojalá se solucionara en un “abrir y cerrar de ojos”. Pero es un poco más difícil que eso.

Está todo muy cambiado. Cuando yo iba a la escuela, si entraba alguien al salón de clases, todos nos poníamos de pie y le saludábamos con respeto; fuera la Directora, un familiar de un alumno, o la portera de la escuela.

Lo cierto es que nos parábamos y en coro se oía “buenos días señora” o “buenos días señor”. Y nos sentábamos –no sin antes agradecer- cuando la maestra nos daba la orden de hacerlo.

Hoy entra alguien al salón y es muy probable que ni se enteren. El respeto, eso que se perdió tanto y algunos no lo conocen, era fundamental en todo momento.

En mi escuela, la maestra era como la segunda madre. La que te enseñaba a leer, a escribir. Y siempre recibía el apoyo de los padres; porque era la que ayudaba a esa familia a preparar a su hijo para el futuro.

Hoy en día, si la maestra corrige a un alumno porque hizo algo incorrecto, es probable que al otro día la madre vaya a la escuela. Hasta ahí igual que antes. Pero hoy va a reclamarle por el trato que recibió su hijo; cuando debió preguntar qué fue lo que sucedió, qué hizo su hijo. Hablar con la maestra para, que en conjunto, se pueda corregir lo sucedido y que no vuelva a ocurrir.

Admiro profundamente a las maestras que hicieron su carrera por vocación. Maestras que muchas veces con sacrificio y dedicación ayudan a formar el futuro de nuestros hijos.

Personas que se proponen llegar a su meta –la de recibirse de maestros- con el objetivo claro: el de educar a esos niños. Niños que son el futuro del país; son nuestros hombres del mañana. Hombres que ayudarán y devolverán todo lo bueno a la sociedad. Asumiendo  diferentes profesiones y roles, cada uno bueno en lo suyo.

Pero hoy no pueden hacer su trabajo. No tienen el respaldo.

Se perdieron muchas cosas fundamentales para la vida en comunidad, cosas que para obtenerlas no se necesita dinero, y tampoco se compran. Y no veo que se hagan cosas para cambiarlo. La resignación nos ganó la mano.

Para lograr una mejor sociedad, y solucionar problemas actuales, se necesita voluntad y conciencia para enseñarles a nuestros hijos los valores, respeto y AMOR AL PRÓJIMO.

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