Eleuterio Fernández Huidobro
Como si este fuera un país de masas y no uno en el que todos venimos a ser primos, la aldeana imitación cae irremediablemente en el ridículo.
El artilugio inventado en ingles sirve para que los mediocres obtengan pequeños negocios y escuetos cargos porque, se quiera o no, es allí donde se puede pescar algún tiburón con potestades decisorias a quien entre saladito y empanada se le hace tragar a veces un anzuelo. Sin olvidar que dichas potestades arrancan desde cargos bajitos y van hasta los muy altos. Así que en esas peceras hay espacio para mucho palangre, trasmallo, redes de cerco, mojarreros, redes de arrastre, calderines…
En tales mareadas algunos suelen trabajar en disciplinados “equipos del canapé”. Obviamente: resultan generadores de la mayor densidad de intercambio chismoso que jamás conventillo alguno produjo.Pero como ya lo dijeran varios filósofos: las ideas, las realidades, y los grandes liderazgos, generalmente vienen a paso callado y en voz bajita. Desapercibidos en Versalles…
Es por eso que a la hora de cierta verdad estos patéticos militantes suelen no tener un solo voto. Fuera de aquellos ámbitos anaerobios no los conoce nadie.
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